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Miguel Garnett Johnson
REINO UNIDO, PERÚ

EN LA SOMBRA DEL CORONAVIRUS 
Cuando el rey Salomón consagró el gran templo de Jerusalén,
suplicó al Señor:
“Cuando haya peste, plaga de trigo o pulgón…
Cuando hay calamidad y enfermedad,
escúchanos”.
Así, azotados por el coronavirus, suplicamos hoy,
como el ciego a quien Jesús encontró:
“¡Haznos ver!”

Sí, haznos ver cómo hemos vivido tan inconscientes,
contaminando día a día nuestro hogar, el Planeta Azul,
explotando,
sacando,
destruyendo,
botando basura a diestra y siniestra,
gozando de la danza macabra de la muerte
con exceso de comida para algunos
y hambruna para otros,
con exceso de alcohol y drogas para huir de la realidad
de una sociedad alienante,
plagada de corrupción y de injusticia.
Haznos ver cómo hemos rendido culto a los dioses
Moloch y Baal,
dioses de la autosatisfacción,
del consumo de más y más,
sin importarnos en nada a los demás.
Hemos gritado:
“¡Tengo derecho a lo que a mí me plazca,
al sexo como yo quiero!:
violando,
abusando.
Hemos querido ser dios a nuestra manera,
Como aquellos que construyeron la Torre de Babel.
Hemos llegado a la Luna.

Hemos comido del fruto del conocimiento,
y ya conocemos mucho sobre los planetas;
pero no conocemos,
ni nos interesa,
lo que siente el corazón del vecino,
y mucho menos del otro
de distinta raza,
de distinta cultura,
de distinta religión.
Podemos andar en el espacio.
Podemos viajar en jet
y comunicarnos al toque,
con alguien en otro continente
–aunque no sepamos conversar a la persona a nuestro lado.
Conocemos más y más, gracias a la tecnología,
pero no somos sabios.
Ahora nos azota la plaga,
y como en las plagas de la antigüedad y de la Edad Media,
no faltan los que dicen:
“A comer, a beber y a pasarlo bien, porque mañana morimos”.
No faltan
aquellos que se aprovechan de la necesidad del prójimo
y alzan los precios de la comida,
alzan los precios de la medicina,
alzan los precios de los pasajes.
Sí, todo sube
y se cumple lo que dijo hace siglos el filósofo Hobbes:
“Homo homini lupus – El hombre es un lobo para el hombre”.
Pero también,
felizmente,
hay aquellos que ofrecen solidaridad y cariño,
que ayudan a los más vulnerables.
Debemos agradecer a los médicos y las enfermeras,
a los policías,
y a los soldados
que se esfuerzan a proteger la población,
sin importarles sus propias vidas.

Sí, el coronavirus es tiempo de desastre
y también tiempo de gracia;
tiempo de individualismo
y también tiempo de solidaridad;
tiempo de egoísmo
y también tiempo de entrega a los demás;
tiempo de agarrar para mí
y también tiempo de dar al otro;
tiempo que manifiesta lo peor del ser humano
y también tiempo que manifiesta lo mejor.
Cajamarca, Perú – Marzo, 2020.



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