Me invitabas a tomar desayuno en El Zarco, donde, al
igual que otros amigos entrañables como el Churro Esparza, tenían su lugar
reservado. Lugar del salú, del café, del cigarro, de los versos. Este café amargo en la hora de tu muerte rueda, destilando la amalgama de la soledad y la pandemia. Preferiría un wiskisito para amansar esta
pena que consume la velita que en tu nombre arde ya en el infinito. Amigo, pata, compinche. Deletreabas tus versos incontables, sólo
ellos sabían de la verdadera ausencia de tu vida. La soledad mordía cada mañana la infausta
suerte de todo lo vivido, de todo lo
amado, de todo lo deseado. El olvido
hurgaba en la puerta de la sala de la UCV, en donde anduviste los últimos años
de tu exilio en soledad, gracias a César
Acuña, mientras otros, renombrados
“amigos” cerraron las puertas a la magnitud de tu grandeza poética y
cultural. Tu generación: Arturo Corcuera, Eduardo Gonzales Viaña, Jorge
Díaz Herrera, muy reconocidos, sin embargo la crítica literaria exquisita, no reconoció
en ti al poeta universal que eras.Tus ochenta,
no fueron homenajeados, en
reconocimiento cabal a tu esfuerzo cotidiano de engendrar versos para la
historia literaria del Perú.
A lo
mejor fue decisión tuya alejarte de la efímera gloria, pues hoy veo en las redes sociales que se acuerdan, a esta hora de tu muerte, mucha gente famosa y no famosa, gente
sencilla, que como Javier, te quisieron
de verdad, como el pintor que pintaba tu faz para las carátulas de tus
libros, como Illari que te llamaba con
ternura “mi abuelito”.
Eras
de una fascinante cultura, memoria
prodigiosa. Conversábamos a veces
poniéndonos de acuerdo, para criticar a
políticos de todas sus mañas y aberraciones, o saber la vida
de los amigos poetas y
escritores, pintores, músicos… Llegabas
con tus nuevos libros a la Biblioteca Municipal, mi guarida por varios
años. Allí Hicimos tertulias, mas tus versos, tu presencia brillaba como tea
encendida en nuestros nobeles oídos literarios. Algunas veces
aterrizamos en el “TIZNË CONCERT” covacha de artistas afines a las aguas
espirituosas, que encendían él espíritu,
el verbo y alguna otra cosa más.
¡Ah
conversador empedernido! Si tomabas la palabra, lo era por largo tiempo, pero
sin mentiras, ni sandeces. Había mucha
coherencia en tu ser poético.
Y ahora te
largas sin mayor aviso, dejándonos hermoso patrimonio: tus versos, novelas sin editar, un camino lleno de tus pasos con uñeros
profundos, que tanto dolor producían, en tu caminar lento, con tu maletín a
cuestas, lleno de libros que regalar y alguno vender para sostener el día. ¡Tristeza no resuelta en tus ojos cansados! ¡cuánta ternura detenida en tus
manos, cuánta miel en tu boca sin besar por tanto tiempo, cuánto dolor en tus
brazos vacíos.
El
20 de febrero de este año cumpliste ochenta
otoños, yo como siempre distraída, felicité tus ochenta décadas. Sonriendo por la internet, me dijiste no pues
tantos, 800 años ni Matusalén. Brindemos
por tu vida, amigo nuestro, amigo entrañable de mi atolondrada vida, fuimos uña
y mugre de nuestros secretos. Sólo la
buena amistad traspasa la muerte y seguiremos conversando a través de los
sueños. Quisiste tanto a Cajamarca,
como a tu propia tierra. Tu vida ha sido CELEBRACIÓN DE LA VIDA, nos quedamos
en la Tempestad de la Nada, en Celebración del Memorial Oculto,Mensajero de Asombros, La Celebración
Continúa, en este diario Trajinar de los Sentidos, Balada del Montonero. Tus obras quedan, Gestor Cultural por
excelencia. Celebrarán allá, encuentros
celestiales con Manuel Ibañez, con el Churro Esparza, con
Miguel Gutiérrez y tantos amigos que hoy te reciben con sendas copas de pisco
puro de Ica. Tu vida ha sido fecunda, no
perfecta, pero llena de caminos hacia la perfección de tus versos, que ojalá y
el Señor de los Milagros lo quiera, los grandes, los que deciden cual es buena
obra literaria y cual no, reconozcan el extraordinario patrimonio poético que
nos dejas.
Ricardo
González Vigil, valora tanto tu literatura profunda, trascendente. Jaime te
llora mucho, igual que Noemí ; Salomón e Ita seguirán cobijando tus sueños y largos insomnios y ésta tu amiga
solitaria, enciende una lucecita, para que nunca termines de iluminar a tus
amigos, a tu sobrino amado, a tu familia, a los discípulos del verso, a los
transeúntes de la soledad, a los genuinos hombres que han saboreado las
pasiones, las alegrías y las penas más hondas como vos. César Vallejo por quién
hiciste tanto, te espera con los brazos abiertos.
Cajamarca, 5 de Junio del 2020, falleció Santiago Aguilar
Aguilar a la 1 y 10 de madrugada en
Trujillo