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La mano que mueve a la cuna
es la mano que manda en el mundo.
W.S. Ross
En las turbias mañanas de invierno,
cuando el sol apenas calienta mis huesos,
cierro los ojos, y tus sueños se convierten
en una multitud de alas,
en un enjambre de rosados besos
que derraman su luz sobre mi frente.

Y cuando las sombras,
como una mortaja, envuelven mi pupila,
tu mirada es caricia de malva,
canto de ruiseñor en la floresta;
y la brisa de tu aliento
es hálito celeste a la hora que la muerte
nos alegra con su abrazo.

Por eso, madre, en este día
que el sol me regala tu mirada,
te prometo que cada átomo de mi ser
será un engranaje de la barca
que transporte tus sueños
a mezclarse con el perfume de las rosas,,
o será la nave que lleve tus canas
a mojarse con la luz del paraíso

Camilo Terrones C.

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