La mano que mueve a la cuna
es la mano que manda en el mundo.
W.S.
Ross
En
las turbias mañanas de invierno,
cuando
el sol apenas calienta mis huesos,
cierro
los ojos, y tus sueños se convierten
en
una multitud de alas,
en
un enjambre de rosados besos
que
derraman su luz sobre mi frente.
Y
cuando las sombras,
como
una mortaja, envuelven mi pupila,
tu
mirada es caricia de malva,
canto
de ruiseñor en la floresta;
y
la brisa de tu aliento
es
hálito celeste a la hora que la muerte
nos
alegra con su abrazo.
Por
eso, madre, en este día
que
el sol me regala tu mirada,
te
prometo que cada átomo de mi ser
será
un engranaje de la barca
que
transporte tus sueños
a
mezclarse con el perfume de las rosas,,
o
será la nave que lleve tus canas
a
mojarse con la luz del paraíso