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LA JAULA
     -Quiero un pajarito, quiero un periquito celeste, cueste lo que cueste, le dijo Ivannita a su papá.
     El papá, complaciendo a su engreída, compró jaula con nido y columpio incluidos; y compró una pareja de periquitos celestes, hembra y macho los compró, con la intención de que tuvieran periquitos. También compró alpiste y una pequeña bandejita para el agua.


     Todas las mañanas Ivannita limpiaba, solícita, la jaula, y a los pajaritos les daba pienso y les daba agua. Los cantos de las aves la tenían contenta, se diría feliz, felicísima.
    Una mañana vio, en los árboles del parque, revolotear alborozados a unos indiopishgos que saltaban de una rama a otra, chillando, cantando. Los vio alegres. En su inocencia caviló y se dijo que eran felices porque estaban libres.
    A la mañana siguiente su papi vio la jaula vacía y a Ivannita, más feliz que nunca.


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