Espléndido cantor
Cantaba
el gallo su espléndido Kikiriquí, su canto de fuego, su canto villano,
espléndido canto de flor y canela.
Cantaba
al son de la vida ¡kikiriquí! a las cuatro, a las cinco, a las seis de la
mañana. La dulce gallina ponía los huevos:
ponía uno, ponía dos, ponía tres, ponía
cuatro a las diez de la mañana.
Un
aciago día, vino el cocinero, mató al
gallo cantor y de yapa a su gallina.