SOCORRO ISABEL BARRANTES ZURITA.
Nace en Cajamarca allá en los años cincuenta, un cinco de octubre. Todos
sus estudios los hace en Cajamarca. Profesora rural en Huacapampa, Celendín y
en Ventanillas de Otuzco, Cajamarca, dos experiencias extraordinarias en los
que, más que enseñó, aprendió de nuestra Cultura Andina: sus valores, la
belleza de sus artes, la sensibilidad hermosa y diversa de la naturaleza, el
olor creador de su tierra y de sus gentes solidarias, recíprocas. En dichos
lugares nutrió su espíritu y la fuerza de su destino adverso, para conquistar
la esperanza y los sueños.
Trabaja casi todo el tiempo por los derechos de las mujeres de este pueblo
donde nació y también porque la cultura sea un derecho de todos. Laboró muchos
años en la Asociación Mujer Familia, la cual la formamos con sueños y penas y
que ahora me mira de lejos, ya sin conocerme. Escribe algo de versos, como un
derecho que quiere conquistar.
ERA MI MADRE UNA HORA DE LUZ Y DE MISTERIO
Hora de luz, camino de sangre
temperatura de rosas y de espinas
su risa gira en el molino,
abriendo la casa, los ríos azules de las algas,
mirtos morados, apretando el destino entre los vientos.
Armar el momento
huesos azules y rojos, levantar la casa, el destino
con retacitos de su corazón.
Mujer barro firme,
mujer casa, paloma, flor, beso, espina roja, guitarra, enredadera
mujer, ventanas de luz alegre, pies de fuego;
bajabas los abismos los precipicios de las horas amargas,
descalza, desnuda, libre, decidida, limpiando de penas el destino
las palomas comían estrellas a la hora de su muerte.
Eras un punto de luz en la distancia, después de los abismos,
Un charco de alegría, empuñadura, estalactita de un bastón de oro.
Apoyaba en ti mi columna vertebral, mis bolsillos vacíos,
rodaban los misterios ocultos de mi tristeza.
Eras mi risa, apretada en mi falda de picaflores,
aleteando la noche, chupando el cristal de la mañana próxima
Levantabas tus alas de paloma, de fiera tutelar de las montañas
tus alas de los cien colores, rodaban, tus fauces valientes
aromando al sol con tu ternura, entonces,
sólo entonces la tristeza se desvanecía,
corrían los recuerdos debajo de la fuente primigenia
abríase tu risa mineral, burbujas, redondos botones de madera,
árboles de roble.
Enamorada de la suerte,
de aquél hombre envejecido en los inviernos
de aquél hombre montado en caballo zaino,
caballo de Aquiles
antes de destrozar la aurora de su talón izquierdo.
Ese hombre, andaba en tus entrañas
haciendo rugir fuego, centellas, rayos prematuros,
adivinando tus ganas, tus silencios, tus rugidos
Fiera apetecida, picaflor hembra, batiendo las alas sin parar.
Eras maravillosamente de fuego y cicatriz.
Levantaste una casa de adobe,
entretejida con paja rosarios gloriosos dolientes
Una cocina y dorar las infinitas diversas caricias
apretadas en tu vientre.
Abiertas alas en cada circunstancia
En la ausencia del comino
la pimienta, el aceite o la sal.
No fue fácil hacerte de luz,
porque eras humilde, sencillamente humilde.
Tallaste el destino en las horas de madera,
venciste con Catequil el estruendo de las penas,
fuegos sempiternos.
Amaste odiaste rugiste la vida en tus garras de fiera
en tus brazos de paloma.
Fiera y asfalto, rosa y espina, aurora y crepúsculo.
Rosa de los vientos.
Brújula picaflor camino esquina enredadera ortiga,
esa eras tú, mi madre
5/04/2014 12:09:00 p. m.
Mis respetos a tan valiosa mujer, que con su creatividad y trabajo ha permitido el realce de nuestras letras cajamarquinas.