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DON GUILLERMO ALFONSO BAZÁN BECERRA
SEMBLANZA:
     Nació en la ciudad de Cajamarca. Estudió Primaria y Secundaria en la GUE “Bartolomé Herrera” (Lima) y GUE “San Ramón” (Cajamarca); en la Universidad Nacional de Trujillo se tituló como Profesor en Ciencias Sociales, con otros estudios en diversas instituciones especializadas del país. Experimentado fotógrafo autodidacta, diseñador gráfico y editor de libros y revistas.
     Su labor docente y cargos jerárquicos lo ha cumplido en varias instituciones educativas de Cajamarca y La Libertad; la docencia superior la cumplió como catedrático de la Universidad nacional de Trujillo. Organizador y conductor de eventos de diversa índole, a nivel local, regional, nacional e internacional. Co-fundador y Directivo de la Casa de la Memoria Cultural de Cajamarca; Co-fundador y Directivo del “Foro Cultural Cajamarca”; Promotor y Gestor cultural. Ha ejercido importantes funciones en favor de la cultura e integración, como la presidencia de la Casa de la Cultura “María de Nazareth” de Cajamarca, entre otras.
     Obras publicadas: “Llamada al infinito” (poemario), “Presencias escritas” (epistolario), “Semillas” (pensamientos breves), “Crónica de cien años. Hechos y comentarios de la guerra con Chile”, “Valle Carmino y otros horizontes” (relatos cortos), Textos de Geohistoria del Perú y del mundo (para Secundaria), “San Benito, un paraíso. Aportes a su historia”(monografía con el primer Mapa Distrital, a escala), “Libresca” (enciclopedia multimedia en CD para Bachillerato y Secundaria), “La Orden de la Inmaculada Concepción de Cajamarca”(libro y CD), “Poemas para leer en Navidad” (poemario), “Rosa María Negrón Ugarte: su vida y su obra” (libro y CD); “Nuevo Siglo”, periódico del Bachillerato en Trujillo (distribución nacional), “Diario virtual 1” y “Diario virtual 2” (prosa literaria, cuentos y poemas), Revista "Illapa", “Rompecabezas. Un solo color para varios cuadros” (narrativa).
     Por su acción personal, profesional y sus obras ha recibido premios y reconocimientos en el país y el extranjero, tales como de la Casa de la Cultura de La Libertad, Dirección Regional de Educación de La Libertad, Colegio nacional “María Negrón Ugarte” de Trujillo, Universidad nacional de Cajamarca, Concejos Municipales de Trujillo, Cajamarca, B ambamarca, Contumazá; Instituto Nacional de Cultura de La Libertad y Cajamarca, Asociación Cultural Antares-Patio Azul, Asociación de Artistas Aficionados de Lima, Casa del Poeta del Perú, Mesa Redonda Panamericana, Asociación Cultural Tantarica, Casa del Poeta de Ecuador, Grupo literario “Búho de la palabra”, de Quito, Ecuador; Casa de la Memoria Cultural de Cajamarca, Foro Cultural Cajamarca, Casa del Poeta de Cajamarca, Municipalidad Provincial de San Miguel.
Aporta permanentemente en pro del servicio a los demás y en la acción para el desarrollo y superación personal y colectiva. Cultiva diferentes artes. Alfabetizador voluntario en áreas rurales, desde la adolescencia, y luego capacitador para el desarrollo integral, considera una necesidad en su vida el servir de algún modo a los necesitados y marginados.
    

    MADRE
                       
Madre, he vuelto con el tiempo en mis espaldas
y quisiera encontrarte con mi padre,
como antes, cuando el hogar florecía,
abrazados y sonriendo felices...
He vuelto con mis canas, mis tristezas,
mi soledad de sueños destrozados
y busco, como cuando era niño,
ese apoyo, consuelo y fortaleza
que me ayude a seguir por el camino...
Madre, he vuelto, a pesar que soy huérfano,
porque mi padre también ya está contigo.
¿En qué regazo, pues, cobijaré el cansancio?
¿Qué manos y caricias moldearán mi empeño?
¿En qué abrigado pecho recobraré la vida,
colgado del latido del corazón-amor?
El camino me trajo a la casa de entonces
y sólo en el recuerdo la he vuelto a ver igual,
pero la hallo vacía y ya no hay ni paredes...
El jardín se ha esfumado y las voces también...
El afán que tenía para alcanzar la dicha
se escurrió de mis manos y no volveré a reír.

Madre,
  he vuelto,
     y esta vez partiré para encontrarte
y en un estrecho abrazo volvernos uno
              con mi padre
              y hermanos fallecidos...
Volveré a estar feliz y acompañado:
sin vejez, ni soledad, ni tristeza...


NO HACÍA VERANO

Lléguste… Cati, aquí’stá
La bienvenida campesina me acogió en ese agradable rincón. Ni bien me senté en el tablón, ya estaba preguntando, quedo:
–¿Dónde está?
–Ahí –señalando con el dedo, hacia atrás de un viejo aliso, por la roca con manchas alargadas.
–¿Dónde? –otra vez, pero aumentando el volumen, sin quererlo.
–¡Shh…! –más bajo aún, agregando: ¿Qué pué, no lo véste?
Agucé la mirada, mudo, milímetro a milímetro, un largo minuto, sin moverme.
–No veo. Tengo que acercarme…
Ahurita está moviendo su cabeza y ya se inquieta. Cuidau se’sconda… –susurrando.
Muy lentamente dejé el tablón y agazapado avancé, sin dejar de mirar hacia allí. Yo era el extraño y sin duda fácilmente podría ser identificado. Pero quería verla y fotografiarla. Siquiera una fotito…
Me había dicho: “Mi taita se enoja si la asusto. ¡No quiere que se vaya! ¡Uh, cuántas veces maldice a quien le hizo daño y mató a su pareja, dizque seguro ha siualgún muchacho, de esos maldiciaus…”
Claro, por ese detalle era explicable, porque anidan en cuevas, aunque también en los huecos de las paredes de casas abandonadas, por ser lugares ocultos a las miradas humanas. Nunca pude ver un nido de ellas. Sólo las veíamos volar y era muy difícil llegar hasta donde reposaban. Aún era niño –lo recuerdo muy claro– cuando vi volar a una de ellas por sobre el jardín de la casa campestre y alegrándome de ello dije, muy entusiasmado:
–¡Ya va a dejar de llover…!
–¿Todavía no sabes que tan sólo una de ellas no anuncia el verano? –dijo sonriente, mi madre, mientras me acariciaba– Aún seguirá lloviendo, hijito; pero eso no impedirá que juegues por el campo. Sólo esperas que escampe y te irás con tus hermanos…
–Pero son muy nerviosas, ¿di?
–¿Por qué te parecen así?
–Porque están como locas, de un lado para otro, apuradas, inquietas… ¡Mira, mami…!
–¿Será por eso? ¿No será porque están alegres… o, tal vez, juguetonas?
Y esa respuesta de mi madre amorosa, cargada de ternura, con matices de dulzura infinita, se impregnó para siempre muy dentro de mí y ansié desde entonces poder verlas de cerca: solamente mirarlas y guardar su recuerdo, dibujarlas, pintarlas… ¡Claro que era alegre su vuelo! ¿Cómo no lo había pensado?
Pasaron muchos años y ya siendo huérfano tuve la gran noticia para alcanzar ese sueño infantil, aunque este  invierno estaba muy cargado.
De pronto noté una manchita blanca, distinta de la roca, que no formaba parte de ese rostro inmóvil. Entrecerré los ojos, concentrando el objeto: ¡Allí estaba! Sobre el pechito blanco pude ver el dorso plomo oscuro y negro azulado, la cabecita quieta, el pico negro y corto, los ojos intrigados… Las alas puntiagudas, pegadas a su cuerpo, estaban escondidas en la boca del nido. Tal vez adivinaba que no le haría daño y siguió quietecita, solamente mirando.
Le tomé una foto, y otra, y otra, y otra… Estaba ensimismado, recordando a mi madre en ese día lejano. ¿No estaría ella aquí, nuevamente ayudando? Alguien tocó mi hombro. Era Sarita:
 –Cuidau se asuste… Vamus, ya…  –jalándome un poquito de mi brazo.
–Quiero mirarla un rato, Sarita. Un poquito nomás... No tardo…
–Si mi taita regresa, me gritará, acasu…  –sin soltarme su cariñosa mano.
–Pero no le haré daño…
–Aunque seiga. Mejor, vamusvamus…  –pero mirándome profundo, casi cediendo ya.
–Es que tal vez me diga si ya habrá verano…
–¡Já! ¡Usté sí estaste loco!  –sonriendo, bondadosa–  ¿Acasu no le han dichu… que una golondrina nunca hace veranu?
  

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