Presidenta de APLIJ-
Filial Cajamarca
contemplarse a sí mismo
sin la fruición
cotidiana
De vez en cuando han que hacer
una pausa
examinar el pasado
rubro por rubro
etapa pro etapa
baldosa por
baldosa
y no llorarse las mentiras
sino cantarse las
verdades
ELDY TORO
La culebra y la warma
Ña culebrita, guardiana
del más dorado shimbil,
no me esperes enojada...,
decía la warma feliz.
Y la culebra escondida,
como un ovillo- escuchaba.
La redondez de los frutos
abría, dulces sus labios,
mostrando una risa blanca
vestida de puntos bayos.
Llegó la warma a los frutos.
la serpiente la mordió
llamaron tordos de gritos
ni el paisaje respondió...
Al pie del haz de shimbiles,
dormida quedó la warma,
Y, a su lado, la serpiente,
pesarosa, sollozaba...
Calló la tumba. Y el tiempo
¡ La serpiente sollozaba!
MARIO FLORIÁN
II
Tengo la pequeña
ilusión
de que los
árboles nos sigan
con su pedazo de
cielo
de que el mar
nos sorprenda en
todas partes
y las alas del corazón
se batan siempre
para ver
en el mar el mar
en el cielo el
cielo
y en la raíz la
tierra.
AQUEL DÍA
Tu corazón y el mío
se abrazan con las alas...
Pero aquel día en que por fin me pierdas,
no te quedará nada:
ni el temblor de mis labios en los tuyos,
ni el clamor de mi queja solitaria.
Sólo estos versos tristes, que te besan
la voz y la mirada,
y el humilde recuerdo
de un corazón que se quebró las alas,
como un pájaro ciego, que golpea
una puerta sellada...
Tu corazón y el mío
se abrazan con las alas...
Pero aquel día en que por fin me pierdas,
no te quedará nada:
ni el temblor de mis labios en los tuyos,
ni el clamor de mi queja solitaria.
Sólo estos versos tristes, que te besan
la voz y la mirada,
y el humilde recuerdo
de un corazón que se quebró las alas,
como un pájaro ciego, que golpea
una puerta sellada...
Fragmento Aquel Día
NELLY FONSECA
Yo soy un río, voy bajando
por las piedras anchas,
voy bajando por las rocas duras,
por el sendero dibujado por el viento.
Hay árboles a mi alrededor
sombreados por la lluvia.
Fragmento Poema “El Río”
JAVIER HERAUD
Monólogo
en la piedra, y digo, y digo
lo mismo que en mi voz cuando hablo para el viento.
Y me horada una duda en lo más hondo
lo mismo que una pena.
Y me sorprende la idea más antigua sobre el hombre
como un golpe de gracia
que se quiebra, quebrándome, en dos partes:
el origen y el fin, esto es, la nada.
Y me
salgo de mí
para buscarme entre los escombros del Tiempo
que fenece sin poder ser el Tiempo,
para llorarme al pie de toda huella,
para clavarme y desclavarme en los gimientes leños
sin redención exacta por plural
Y vuelve
mi destino a golpearme con un golpe distinto,
más arriba de todo lo creído,
más adentro de todo lo que la luz encuentra,
más allá de todo lo esperado…
Y divago
en la forma de la Tierra.
Y el cielo se me hace nudo grande en el pecho.
Y de súbito me arde, rodeándome, un grito
que a la piedra reclama ser blanca como el pan…
FRAGMENTO “La Dimensión de la Pïedra”
JULIO GARRIDO MALAVER
El Relámpago
Fue quel tío Lino llegó a Cosiete, noche oscura ya. Por el camino vino
topeteándose a cada paso con los relámpagos. La tía Chuspe se quedó en el
pueblo y en la cocina nuabía ni rescoldo para prender la mecha, tender la cama
y acomodar el cuarto, que estaba negro retinto.- ¿Quiago?, dijo; pensó, y ahí mismo: ¡Ajá!
Abrió la puerta de par en par, se puso detrás a esperar y cuando entró la luz del relámpago ¡das! lo cerró con fuerza paque no salga.
Ahí quedó alumbrando hasta quel Tío arregló todo y cuando ya quiso meterse a su cama, abrió la puerta y ¡das! se escapó la luz.
Autor Andrés Zevallos