David y Salomé
David y Salomé,
nacieron en cautiverio. Una jaula
grande, donde su mamá Blanquita se embarazó de un rojiblanco cuy. Blanquita era muy tímida, pero muy
enamoradiza y dio a luz dos chiquititos cuyinos. Cuando acabaron en la olla los otros vecinos
y luego de la muerte de Abimaela, quedaron los tres solitos en el encierro. No
les gustaba que nadie los esté mirando, para ello hacían, curiosamente, una
especie de covachitas entre los cartones; imaginando las cosas más bonitas y
buenas. Soñaron con verdes prados, al
canto de un río azul, con cascadas de fino tul.
Soñaban con el papá rojiblanco, jugando tras los muros de cristal. Soñaban con gigantescas lechugas, en las que podrían esconderse un
día, ante la amenaza del cuchillo. Y el
cuchillo llegó un medio día nublado para la pobre Blanquita, ya lo había presentido aquella noche… Como
nunca acarició a David y Salomé. Los
dejó muy limpiecitos, les contó un cuento largo hasta dejarlos dormidos. La pena desbordó sus covachitas, salió por
los agujeros, rompió la puerta, los techos.
Ya no quisieron comer y la tristeza rodó por la jaula. A la semana siguiente su sangrecita corrió
por la vera del pozo de piedra.
Cajamarca, 23 de Octubre del 2015