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ANHELO
               
Luzmán Salas Salas

Siento tu belleza dentro de mí
y quiero desatar mi corazón
para llevarlo junto a ti.

Te contemplo
como una escultura divina,
el iris vivo de tus ojos
denuncia el sueño virgen
de tus ansias.

Tu beso es quemante dardo
engastado  en el fondo
de mis latidos mustios,
y en los minutos cotidianos
abro para ti
una rosa sin espinas.

Hay en mi ser
un jardín alborozado
donde cada mañana
tomo un pétalo persistente
para el dulce altar de tu mirada.

Ansío llegar
al frío pedestal de tu distancia,
y ante tu forma excelsa de mujer
renunciar a la inocencia
de mis años tiernos.

 Cómo anhelo la gracia santa
de anidarte para siempre
en la orilla ardiente
de mi sangre;
temo ser el ave huérfana
-abatida y sin promesas-
entre tu desdén y mi agonía.

Ansío el manantial
de tus caricias
desbordado en el río
de mi amor.

Quiero enredarme
en el torbellino
de tus venas
y lavarme
en la pureza eterna
de tu alma.


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