23 de julio de 2014

Poesías para niños de María Elena Walsh


La vaca estudiosa

Había una vez una vaca
en la Quebrada de Humahuaca.
Como era muy vieja, muy vieja,
estaba sorda de una oreja.
Y a pesar de que ya era abuela
un día quiso ir a la escuela.
Se puso unos zapatos rojos,
guantes de tul y un par de anteojos.
La vio la maestra asustada
y dijo: - Estas equivocada.
Y la vaca le respondió:
¿Por qué no puedo estudiar yo?
La vaca, vestida de blanco,
se acomodó en el primer banco.
Los chicos tirábamos tiza
y nos moríamos de risa.
La gente se fue muy curiosa
a ver a la vaca estudiosa.
La gente llegaba en camiones,
en bicicletas y en aviones.
Y como el bochinche aumentaba
en la escuela nadie estudiaba.
La vaca, de pie en un rincón,
rumiaba sola la lección.

Un día toditos los chicos 
se convirtieron en borricos. 
Y en ese lugar de Humahuacala 
única sabia fue la vaca.









Manuelita la tortuga
Manuelita vivía en Pehuajó 

pero un día se marchó. 
Nadie supo bien por qué 
a París ella se fue 
un poquito caminando 
y otro poquitito a pie.

Manuelita, Manuelita, 

Manuelita dónde vas
con tu traje de malaquita 
y tu paso tan audaz.

Manuelita una vez se enamoró 

de un tortugo que pasó. 
Dijo: ¿Qué podré yo hacer? 
Vieja no me va a querer, 
en Europa y con paciencia 
me podrán embellecer.

En la tintorería de París 

la pintaron con barniz. 
La plancharon en francés 
del derecho y del revés.

Le pusieron peluquita 

y botines en los pies.
Tantos años tardó en cruzar 
el mar que allí se volvió a arrugar 
y por eso regresó vieja como se marchó 
a buscar a su tortugo que la espera en Pehuajó.



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